miércoles, 10 de agosto de 2022

De corazón y alma.

 Cartas de Carmen Laforet y Elena Fortún

Adoro los epistolarios. Son libros muy especiales donde podemos descubrir mucho más allá de la persona que  escribe y de quien  recibe las cartas, y también descubrimos cómo era la vida de estas personas y de su época. Actualmente y, por desgracia, no se hace uso de este medio tan habitual en tiempos pasados para comunicarse. Lo más habitual son los mensajes vía Whatsapp, o como mucho, los  e-mails que, tienen sus ventajas como por ejemplo: la inmediatez a la que estamos acostumbrados siendo hijos de la era digital, pues lo queremos todo rápido, aquí y ahora. En cambio, se pierde el tiempo de espera , la emoción de recibir la correspondencia en un par de días o semanas, y el cariño con el que se prepara una carta bonita, bien redactada con un buen bolígrafo de tinta negra, o con ayuda de  una máquina Olivetti de mecanografía.

También adoro los epistolarios si son de personalidades que me interesan, como es el caso de la escritora Elena Fortún, a quien dedico gran parte del blog. Sus cartas, me ha descubierto a una mujer muy especial a la que me habría gustado conocer en persona. Y me lamento muchas veces, porque la señora de la que tanto me gusta hablar, falleció hace setenta años, y yo tengo veintitrés años escasos.

Veintitrés años tenía también Carmen Laforet, la escritora y autora de la novela Nada, cuando ganó el premio Nadal en el año  1944 por esa misma novela. Una mujer, también muy interesante, a la que tampoco puedo conocer a día de hoy en persona.


 

                                                             Nada, de Carmen Laforet

Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie.

Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad de la noche.


Así empieza la novela ganadora del premio Nadal ( 1944) que tanto entusiasmó al público de España y a Elena Fortún, que por aquel entonces vivía en Buenos Aires y cayó en sus manos el libro gracias a su amigo y editor de sus libros Manuel Aguilar, que se lo envió desde España.


 

                                                         Retrato de Carmen Laforet


Carmen Laforet, ávida lectora desde su infancia, leía autores como Dostoievski, Baroja, Galdós y cómo no, a nuestra querida Elena Fortún, (Teruel, 2020) nació el 6 de septiembre de 1921 en Barcelona, aunque pasó gran parte de su infancia en Las Palmas de Gran Canaria. Huérfana de madre desde muy joven, clara influencia posterior en sus obras literarias y en sus relaciones personales con otras mujeres como es el caso de Elena Fortún o la deportista Lilí Álvarez ( con la que se dice que tuvo una relación), vuelve a su ciudad natal a estudiar  Filosofía y Letras en la universidad. Allí, como Andrea, la protagonista de Nada, se va a instalar en casa de unos parientes en la calle Aribau de Barcelona. Allí vivirá con una familia desestructurada y en parte destrozada por la guerra civil, y en un ambiente gris y hostil de posguerra. Y a pesar de que hay  algunas coincidencias de la vida de Laforet y la novela, la autora en numerosas entrevistas que le hicieron, asegura que su novela no es autobiográfica.


Elena Fortún por aquél entonces, vivía en el exilio junto a su marido, Eusebio de Gorbea, en Buenos Aires, y trabajaba como auxiliar de biblioteca en la Biblioteca Municipal de Buenos Aires. Esta mujer, ávida lectora, como Carmen Laforet lo fue, recibió por carta la novela de esta joven autora, y quedó fascinada tras su lectura. 

Buenos Aires, 1 de febrero de 1947

Y antes de terminar quiero decirle algo de su letra. Usted es un genio. Su letra lo dice. 


Barcelona, 10 de febrero 1951

No me contento para ti con menos que el Nobel. Ya no estaré en este mundo cuando eso llegue, pero acuérdate de lo que te dije. Escribe, escribe y que te traduzcan, que lo harán, porque tu literatura es universal.


Lo más bonito de todo esto es que, a raíz de ese momento, estas dos mujeres separadas por el océano Atlántico y por una gran diferencia de edad, enlazaron una amistad epistolar preciosa. Años después, tras la llegada de Elena Fortún a España, se verán cara a cara en varias ocasiones.


Barcelona, 10 de febrero 1951

Lástima que yo no sea más joven o que tú no seas más vieja. Hacer el mismo camino al mismo tiempo habría sido una buena cosa.(...) No me compadezcas porque no teniendo una Carmen Laforet de sesenta años, prefiero la soledad que está acabando por hacérseme muy querida.



                                                 

       Elena Fortún


 De corazón y alma, es el epistolario que recoge parte de las cartas que se enviaron Elena Fortún y Carmen Laforet desde 1947 hasta enero del año 1952, año en el que fallece Encarnación Aragoneses Urquijo ( Elena Fortún ) tras padecer un cáncer de pulmón mal diagnosticado y ocultado hasta el final. El epistolario,  que comienza con una carta  de Fortún a Laforet emocionadísima  tras saberse considerada para una joven escritora ganadora de un Nadal como su maestra y  responsable de sus comienzos en la literatura. Son cartas preciosas, con un estilo literario fresco y bello, lleno de reflexiones y confidencias entre dos mujeres escritoras, amigas que se adoran a pesar de la gran diferencia de edad y vital. Carmen Laforet está casada y tiene niños pequeños, Elena Fortún, ya ha pasado por todo eso, su hijo, ya es un hombre y vive muy lejos de ella. Su marido ha fallecido. 


 

De corazón y alma ( 2017)


En cambio, hay algo que las une, la literatura y el posible lesbianismo de ambas. Pues ya sabemos que Elena Fortún fue lesbiana, así lo ha dejado claro en varios escritos mediante cartas dirigidas a Matilde Ras, también lesbiana, y dos de sus novelas inéditas (Oculto sendero y El pensionado de Santa Casilda). Y en el caso de Carmen Laforet, hay también rumores de  una  posible atracción sáfica hacia mujeres como Lilí Álvarez, mujer deportista, abiertamente lesbiana. Además, Andrea, la protagonista de Nada, se  siente atraída  hacia su amiga Ena y su cuñada Gloria.


Buenos Aires, 1 de febrero de 1947

"Verdaderamente la quiero y me quedo asombrada de ello. Su divina humildad diciendo que aprendió a escribir de mí...me conmueve hasta los huesos."       

La admiración que siente Carmen Laforet por Elena Fortún es conmovedora, y ella, siente un cariño profundo ( casi de madre)  hacia esta joven novelista , le da algunos consejos y le anima a seguir escribiendo. Carmen Laforet se sentía muy insegura y creía que ya no volvería a escribir una palabra más tras el éxito de Nada y su reciente vida de casada y madre de familia.

De Carmen Laforet a Fortún: ( no está fechada la carta, pero se intuye que es entre 1949 y 1950)

Es muy hermoso que haya personas así, como tú, en el mundo...y que uno tenga idea de cómo son y sueñe con ellas y las quiera aun sin haberlas visto...


En estas cartas, las dos amigas comparten confidencias a cerca de la maternidad, de lo que supone tener una familia y dedicarse también a la literatura, y de lo que supone esta en sus vidas.

De Laforet a Fortún:

Escribo una novela procurando que dentro de su modesta categoría quede todo lo bien que yo pueda hacerla...,(..) Y yo me entrego a ella a sabiendas de sus muchos defectos, me meto en ella con cansancio, con rabia, con todo(...), para mí es importante, porque me libera de otras muchas cosas. Me sirve de huida de mis malos fondos revueltos..., y ya está; por eso escribo, aunque me angustie escribir también.


Buenos Aires, 1 de febrero 1947 

¡Cómo va a estar arrepentida de lo hecho! No. Sea usted feliz muchos años y acepte con alegría la responsabilidad de vivir una vida que no estaba destinada a usted.(...) Querida Carmen, tiene usted unos maravillosos años de felicidad por delante. Luego, Dios dirá.


De Laforet a Fortún:

¿Sabes que cuando yo iba a tener a mi primera niña creía que ya no volvería a escribir? Luego resultó que no, que los hijos de carne y hueso son cosas aparte y que uno, por lo menos yo, no se puede entregar enteramente a ellos...


En diciembre de 1948 el marido de Fortún, se suicida en su apartamento de Buenos Aires mientras ella está en España de vuelta tras nueve años de exilio. Su vuelta, motivada principalmente por conseguir una amnistía para su marido y que pudiera él también volver a España, fue trágica tras el fatal desenlace. Decide acudir a las llamadas constantes de un hijo roto de dolor y traumatizado por los avatares de la guerra civil que vive exiliado en los Estados Unidos. 


"Madre, te necesitamos. Tú no me has dado una religión y yo no he sabido hacerme una filosofía y ahora sabemos que sin eso no podemos afrontar la vida. Vente aunque sea por poco tiempo, pero lo suficiente para rectificar algo en nosotros." ( Sabes quién soy, 2020)


Y durante ese periodo de tiempo, hay una correspondencia epistolar y una visita de Fortún a casa de Laforet junto a su amiga María Baeza, amiga de toda la vida de Elena que le ayudará durante ese doloroso trance.Hay una carta de Elena Fortún a su amiga Inés Field, que  recoge  el epistolario Sabes quién soy en la que se cita la visita de ésta en casa de Laforet:

2 de febrero, 1949

Ayer por la tarde María quiso llevarme a casa de Carmen Laforet. Fui por darle gusto y porque nos había invitado a las dos.(...) Tomamos el té, y yo no me encontraba a gusto... y eso que cada vez que volvía la cara me encontraba los ojos de Carmen Laforet que me miraban con un no sé qué de adoración que me conmueve aunque no lo comprendo. ¡Si vieras que vieja estoy y qué fea! Claro que ya sé que no es mi físico lo que la conmueve, sino el haberme conocido en Celia desde niña y haber escrito por imitarme...(según dice)

Aquí se ve a una Elena/ Encarna bastante desganada y triste por su reciente viudedad de un hombre que según ella,  no lo quería como se le quiere a un esposo, sino como se le quiere a un hermano, a pesar de la difícil convivencia marital precisamente por este motivo y por el carácter depresivo de Eusebio. El sentimiento de culpa no la abandonará hasta su lecho de muerte.


Tras ese periodo de tiempo,  vuelven a encontrarse, pues la joven escritora decide visitar a Fortún en su piso de Barcelona, donde al parecer, tuvieron  interesantes conversaciones.

24 de diciembre, 1950

No me he dado cuenta de que estoy sola en Barcelona hasta que una mañana al despertarme, pensé: Ya se ha ido, y me pareció que me rodeaba el desierto.

De Laforet a Fortún:

Te imagino en tu cuarto, con muebles antiguos, con tu balcón a la calle de Lauria.(...) Necesito mucho hablar contigo, verte, abrazarte... No sé por qué cada vez pienso más que yo me parezco mucho a ti de manera de ser.(...) Yo creo que no solo hay parentescos de sangre en la vida, sino también de espíritu. Yo me siento muy pariente tuya, muy tuya, de verdad. Desde la última conversación que tuvimos en Barcelona.


Las cartas de Fortún, que al principio tenían un tono más alegre, se van poco a poco haciendo cada vez más melancólicas en las que reflexiona acerca de varios temas como la espiritualidad, la difícil vida conyugal y familiar para dedicarse a la literatura, y el arrepentimiento de ésta por el daño que según ella, ha ocasionado a los suyos. Además, no goza de buena salud y cree que ya le queda poco tiempo de vida.

Sanatorio Puig de Olena, Barcelona

Tus cartas me hacen mucho bien. ¡Qué difícil es aprender a vivir! Algunas personas nacen sabiendo, otras no aprenden nunca, y algunas, como tú y yo, vamos aprendiendo a través de la vida. Tú muy pronto, yo cuando se me iba acabando. ¡Qué bien eso de que hay que podarnos! Yo no lo he sabido nunca y he dejado crecer el árbol de deseos cuanto ha querido. Algunas ramas han dado frutos venenosos. ¡Bien los he pagado!

Tal vez toda vida parece inútil cuando se la mira desde los sesenta años, y esto es porque hemos podido vivir mejor, hemos podido emplearla mejor para nosotros y para los demás, sobre todo porque a veces hemos hecho llorar a los que queríamos, y eso se convierte en espinas que para siempre nos pincharán en el corazón.

...


Entre reflexión y reflexión, van  compartiendo lecturas y opiniones acerca de los libros que van leyendo, tanto los suyos, como otras novelas como : Marion (Vicki Baum), Viento del norte ( Elena Quiroga), Música en Florencia ( Sándor Márai), La destinación del hombre ( Berdiaev), La viuda, Principio y fin del mundo ( Whittaker), y otros autores como Hesse, Santa teresa de Jesús, San Agustín y San Francisco de Sales.

 Al comienzo del epistolario, en 1947 Elena Fortún escribe El cuaderno de Celia, un libro con fondo místico que esconde un mensaje de amor hacia su mejor amiga argentina Inés Field, pues se lo dedica a ella. Además, quiere consagrarse con la censura franquista de España, porque le habían censurado algunos de sus libros como: Celia, en el colegio, ya que los censores lo consideraron como una burla al catolicismo español.

El cuaderno de Celia ( 1947)


De Laforet a Fortún:

Recibí El cuaderno de Celia y era como estar contigo. Como si tú me explicaras cosas con ese gracejo que tienes. Tiene un encanto enorme todo el libro.




Celia, en el colegio (1932)


Buenos Aires, 1 de febrero de 1947
 
Parece que una de las cosas que indignan a las monjitas de España es la falta de religiosidad que hay en mis libros. Quiero hacer algo místico pero no ñoño, y hasta con un poquito de gracia conventual.


También andaba escribiendo por aquel entonces, las aventuras de  la hermana pequeña de Celia con su perro titulado Mila y Piolín, poco antes de que su marido se suicidara, y una vez instalada en Barcelona, se pondrá manos a la obra con Patita y Mila, estudiantes, que se publicará en 1951, un año antes del fallecimiento de la autora.



Patita y Mila, estudiantes (1951)


Barcelona, 24 de diciembre 1950.

Pienso que hacer un libro como tú los haces no es cuestión de un ratito. En cambio, yo trabajo como esos que soplan en el vidrio... y no hay sino que poner un poquito de atención... y la idea sale redonda¿Te acuerdas que me contaste casi de pasada, cuando subías a las casas preguntando no se si por Tales de Mileto o por Anasimandro de Corinto? Bueno, pues esa es la flor que me dejaste. Yo soplé una pizca  y Patita y Mila corrieron por la calle Lauria con otras chicas riendo(...) ¿Ves qué fácil? Por eso tengo ya veintiún libros a la venta...

Barcelona 10 de febrero de 1951

Tengo que acabar antes el libro de Patita y Mila, estudiantes. Tienen ya las chicas once y quince años, y la sosera y la alegría de ver el mundo nuevo y todavía incomprensible, Me contaste una cosa de pasada y me ha servido... No hay experiencia de esas edades que no me sirva.




Por desgracia, la correspondencia entre estas dos amigas escritoras no duró más de lo que hubiesen querido, pues Elena Fortún ya estaba muy mala. Ingresada en un sanatorio en Barcelona, Fortún le dice a su amiga:

Me preguntas si quiero curarme...La verdad es que ya no quiero vivir más, pero tampoco quiero sufrir de esta manera.


Elena Fortún y Carmen Laforet nos han dejado en este epistolario  su esencia, su sensibilidad y su manera de vivir y comprender el mundo; la vida que les tocó vivir. Dos vidas, muy apasionantes, por cierto, pero también con muchas luces y sombras, y  con sentimientos encontrados. Dos mujeres únicas y especiales que ya forman parte de mí  gracias a De Corazón y Alma.






  Referencias bibliográficas:                                   

https://carmenlaforet.com/biografia/

https://elpais.com/cultura/2017/01/27/actualidad/1485534991_128796.html

Laforet,C.,& Fortún,E (2017) De corazón y alma. Santander Fundación.

Fortún, E.(2020)Sabes quién soy. Cartas a Inés Field. Renacimiento.

Laforet, C. ( 1945).Nada. Cátedra.



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