Hola, bienvenidos de nuevo a mi blog. Como habéis visto en el título, en esta entrada simplemente quiero escribir acerca de mi mascota que falleció el 30 de marzo de este año, tras 10 días de visitas al veterinario y tratamientos.
La excusa de este escrito es para hacerle un sencillo homenaje, así como también poder desahogar la pena y responsabilidad que tengo.
Lilo llegó a casa el 13 de septiembre de 2020, tras un año raro y malo para muchos, con la alegría y la ilusión del principio cuando llega un nuevo miembro a casa, sea un bebé humano, o un animal al que cuidar. Tenía dos meses y era una monada, aunque para mí lo siguió siendo hasta que se fue.
Recuerdo que me la dieron y la podías coger con una manita. Tenía los ojos redondos y negros, un hocico muy gracioso, las orejitas como un pequeño oso, y el pelo corto, liso y marrón con partes vainilla. Además estos animales se comunican haciendo unos ruiditos súper graciosos.
Las cobayas son animales presa y, por tanto, son muy asustadizas y necesitan refugiarse. Pero en cuanto cogen confianza, al menos la mía, son muy cariñosas y les gusta los mimos, como caricias por mi parte y lametones ( besitos) suyos como respuesta.
Es importante decir que son animales que requieren atención, no solo para interactuar con ellas, sino también para saber si están bien o enfermas, porque ellas pasan de un buen estado a estar graves en poco tiempo. Si vemos que pierden el apetito, tenemos un síntoma importante para acudir al veterinario de exóticos. No lo dejéis pasar.
También decir que son animales que a pesar de tener una jaula o recinto en el cual habitan, han de salir de ahí un rato todos los días bajo nuestra supervisión para que hagan ejercicio físico y se diviertan curioseando.
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