lunes, 15 de agosto de 2022

Celia institutriz en Amétrica o literatura de exilio.

 La literatura de exilio de Elena Fortún

Tras la guerra civil, Encarnación Aragoneses ( Elena Fortún) se exilió en Argentina y estuvo en la ciudad  de Buenos Aires nueve años bastantes intensos de trabajo. Primero comenzó colaborando en alguna revista argentina, después consiguió un trabajo de oficina en el registro civil, donde estuvo hasta 1945, pues encontró otro puesto mucho más interesante para ella en la biblioteca municipal de Buenos Aires, donde se encargaba del catálogo y contaba cuentos a los niños.


Encarna en Argentina


Todo esto, está  explicado con mayor detalle en la entrada llamada Exilio a la Argentina. Así que, a continuación, vamos a dar paso a una novela que escribe en 1944, en la que  va a contar parte de su vida y experiencia en su exilio argentino. Celia institutriz en América es el título de esta obra , que escribe justo después de terminar  Celia, en la revolución donde nos narra las peripecias y atrocidades de una sociedad enloquecida que actúa sin sentido común alguno, donde todos se matan entre ellos por una ideología u otra.




Esta novela, contada en primera persona por una  joven Celia de casi veinte años, nos narra sus vivencias y las de su familia durante el exilio en Argentina. Su padre necesita encontrar un trabajo para sustentar la economía familiar, pero no es suficiente y Celia consigue trabajo como institutriz. Primero trabaja como institutriz en casa de un doctor, de unos cuarenta años, culto, educado y amable. Este doctor tiene dos sobrinas pequeñas : Yunga y Beba, las niñas que Celia ha de cuidar durante su estancia.  Tras un fatal incidente, Celia cambia de destino y de familia, en esa ocasión ha de cuidar a Walter, un niño muy sensible de unos seis años de edad. 

Celia institutriz en América , está considerada una novela rosa, pues uno de los elementos de este libro es la historia de amor entre Celia y otros personajes de la novela. Dividida en dos partes, la primera se centra en la llegada de la familia Gálvez y las dificultades a las que se tienen que enfrentar como: encontrar un trabajo en un país nuevo, donde ellos son exiliados y adaptarse a una nueva forma de vida y cultura. La segunda parte se centra , sobre todo, en la evolución del personaje de celia como institutriz mediante el cuidado de Walter, su adaptación a un nuevo entorno y el reencuentro con un amor del pasado.

Lo interesante de esta novela, más que la historia en sí, desde mi punto de vista, es ver cómo la autora plasma algunas de sus experiencias durante su estancia en Buenos Aire, sus pensamientos y reflexiones, donde a través del personaje de Celia, nos cuenta lo complicado y doloroso que es para ella intentar encontrar un trabajo parecido al que solía hacer en España como por ejemplo: colaborar en revistas infantiles. Y lo dice así:

¡Es tan grande el mar que separa Europa de América para un nombre tan chiquito como el mío! Un nombre sin apellido. ¡Celia!

También yo me había imaginado ser un personaje importante...

Elena Fortún, llega a la triste conclusión de que en Argentina va a fracasar como escritora, pues no le reconocen su trabajo y tampoco parece interesar a ninguna editorial.

Celia, ya es una joven que ha trabajado como escritora en España, colaborando en revistas donde escribía cuentos para niños, como su creadora, pero le ocurre igual que a su autora, que nadie reconoce su labor y acepta resignada el trabajo de institutriz. 

Celia, ¿te acuerdas? Tú siempre viviendo en un mundo imaginario; ahora no hay sino empujar un poquito esa realidad para hacer de ella una extraordinaria aventura (...) Un poco de imaginación, un poco de miedo, y volveré a ser feliz como antes.


 Durante su experiencia como institutriz, Celia tendrá en cuenta a la hora de trabajar con los niños, los valores institucionistas ( de la Institución Libre de Enseñanza) que a Elena Fortún le gustaban tanto. Ese respeto al niño, a su manera de ser, a su personalidad, a dejarle equivocarse, a permitirles ser ellos mismos, a ser más libres y autónomos frente a una sociedad que penaliza todo lo que hace, dice y piensa una criatura.

Tras una temporada cuidando a las revoltosas Yunga y Beba, consigue un puesto de institutriz en Salta, una ciudad muy alejada de Buenos Aires. Tuvo que recorrer una aventura hasta llegar a la casa de unos señores ingleses, padres de un niño llamado  Walter, de seis años. Un niño muy sensible que Celia lo define como una "criatura deliciosa". Ella se ve muy reflejada en ese niño, cuando ella tenia su misma edad, e igual de incomprendida por los adultos.

¿Cuándo aprenderán, al final, los mayores a tratar a las criaturas? Viven los pequeños entre los adultos, participan de sus alegrías y sus inquietudes, se les habla como si fueran hombres, se les dan lecciones de honradez y dignidad (...) y un buen día se les inflige la pena más degradante.

Conozco bien esa necesidad de evadirse que acomete a algunos niños...Estas criaturas que crecen solas bajo la mirada alerta de los padres, asfixiados por su cariño absorbente, que tiende a anularlos, que ni llorar les deja. (...)¡El placer de llorar por nada! Y ese escudriñar en los pensamientos, ese exigir que el hijo sea siempre igual a la imagen que ellos se han forjado de él y que tal vez no es permanente.(...)¿Cómo explicar que todos podemos hacerlo todo y , sobre todo, pensarlo todo en algunos instantes?(...) ¡Cómo me reconozco en el alma ingenua de este niño!


Además, deja claro, una vez más, sus dotes de maestra y cuentista a la hora de contar cuentos,  recordar canciones e  inventar historias con el fin de enseñar a las niñas a resolver problemas matemáticos y acontecimientos históricos.

Continúo el cuento, que poco a poco se va apoderando de mí, como me ocurre siempre, y acabo contándolo para mi propio placer, tan embelesada, que no me doy cuenta desde cuándo están las niñas delante escuchando sin pestañear.


Luego recuerdo canciones de la infancia:

Una tarde fresquita de mayo 

cogí mi caballo,

me fui a pasear

por la senda donde mi...


Walter me mira silencioso, como si hubiera descubierto en mí un ser nuevo y divino.

...


Otro rasgo fundamental de la novela es la muerte definitiva de la mujer moderna que representaba Celia, en sus primeros libros que, aunque fuese una niña por aquel entonces, ya dejaba entrever la autora que Celia, sería en su adultez una mujer independiente y no una mujer convencional como finalmente acaba el personaje, cuando Celia decide casarse con Jorge en Celia se casa. 



Elena Fortún lo que hace con su personaje es hacer desaparecer a la mujer moderna y emancipada del patriarcado que habría sido si no llega a suceder lo que sucedió después del retroceso de las mujeres en cuanto a derechos, tras la II guerra mundial y la guerra civil española. Además, como su creadora acepta resignada al matrimonio como si no tuviera otra alternativa mejor.

Jorge Miranda, el joven que conoció durante una temporada en Santander justo después de morir su madre ( Celia, madrecita), aparece prácticamente de la nada en Buenos Aires para buscar a Celia con la intención de pedirle matrimonio.

Jorge: "Quiero vivir o morir con ella, con la más bonita, la más buena y la más abnegada de las mujeres..."

Jorge se siente atraído por Celia precisamente por verla como una mujer de la época: una mujer abnegada y sumisa, cosa que Celia realmente no es así.

Celia, a sabiendas de esto, está un poco asombrada por la noticia y un poco molesta con su padre por lo ocurrido. Ella que siempre dio a entender que iba a ser una mujer independiente y nada convencional, esa "chica rara" representante de la mujer moderna de los primeros años de la II república española, tiene claro que no quiere casarse. Y así lo deja claro por carta, una carta que al final no se decide a enviarla a su padre.

" Yo no pienso casarme nunca. ¿ Qué sabes tú los planes que yo tengo?"

El último capítulo titulado "La misma melodía" surge lo esperadamente inesperado. Celia deja entrever que está muy a gusto soltera. Y piensa para sus adentros:

¡Se va Jorge! ¡Se va! Bueno. Creo que no me importa...Me quedaré soltera con papá y mis hermanos...Cuando sea vieja diré: " Tuve mala suerte. Tres me quisieron, como en los cuentos. El primero era un canalla. El segundo murió. El tercero no me quiso bastante para saltar sobre la calumnia"

En una conversación que tiene con su padre llega a tener a  la siguiente conclusión:

-¡Papá de mi alma! Tienes hija para rato. He decidido no casarme. Dedicarme a ti y a las niñas. Te juro papá, que si ahora viniera Jorge ,arrepentido, le mandaría a paseo.

-¡Y harías bien, hija mía; harías bien!

En el epistolario De corazón y alma que recoge las cartas de Fortún y Laforet, hay un fragmento en el que Elena Fortún le escribe a su amiga:

Un día vi que mi vida era como una pieza musical con tres o cuatro melodías que se repetían siempre. Los compases que unían esas melodías eran como hilvanes unas veces de un color y otras de otro, y ahí estaba la variación verdadera, pues las melodías eran siempre iguales. Esto es muy largo de explicar, pero ya, apenas empieza la primera nota de una de ellas, cuando ya la reconozco y sé de qué se trata. 

La conexión que hay entre el nombre del título de ese capítulo y este fragmento de carta, no es pura coincidencia, es puramente autobiográfico.



El final de la novela deja un final abierto y dudoso, pero teniendo en cuenta que el siguiente volumen de la serie de Celia, se titula: Celia se casa, ya nos podemos hacer una idea de cuál era el destino de la mayoría de las mujeres de aquella época.


Elena Fortún estuvo pasando por una mala racha cuando escribía Celia institutriz en América, al parecer padecía grafofobia y le costaba una barbaridad enfrentarse a la página en blanco. Por la mitad de la novela, ya no sabía cómo continuarla, y eso, desde mi más humilde opinión, se nota en algunos capítulos, que se me han hecho un poco aburridos. En cambio, considero que es una novela interesante desde el punto de vista biográfico, pues muchos de las personajes y situaciones que aparecen en él son personas y momentos que la propia autora vivió y conoció. Por otro lado,  hay otras que  no, como por ejemplo los amoríos de  Celia. A pesar de esa mala temporada de Fortún, salió la novela a flote, y además escribió otras dos más: El cuaderno de Celia  y El arte de contar cuentos a los niños.







Para mí, esta novela ( Celia institutriz) deja claro las nefastas consecuencias a las que se tuvieron que enfrentar cientos de exiliados, que como Fortún y otras muchas mujeres de su tiempo tuvieron que experimentar la amarga realidad de la desaparición de su figura como escritoras para ser mujeres exiliadas y prácticamente olvidadas. Y todo esto motivado por la dictadura franquista, por supuesto. Así que, no nos olvidemos de ellas.


Referencias bibliográficas:

Fortún, E (1944) Celia institutriz en América. Renacimiento

Fortún, E (1947) El cuaderno de Celia. Renacimiento

Fortún, E (1947) El arte de contar cuentos a los niños. Renacimiento

Fortún, E (1950) Celia se casa. Renacimiento

Fortún,E., & Laforet,C (2017) De corazón y alma. Cuadernos de obra fundamental. Santander.

Biblioteca de la Real Academia Española


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