Este precioso epistolario dividido en dos tomos, nos regala momentos tiernos y a la vez muy duros de los últimos cuatro años de vida de Elena Fortún (1948-1952). Estas cartas van dirigidas a su gran amiga e intelectual argentina Inés Field. Se trata de cartas de amistad, de amor, de pérdida, de duelo, de retorno, de consuelo y de enfermedad... son cartas con un gran componente espiritual y de afecto, donde nos muestra su lado más íntimo y personal; los libros que lee y que le recomienda su amiga Inés, sobre todo de filosofía. También nos muestra parte de su vida cotidiana, sus miedos y penas, sus vivencias en su nueva vida, una vez vuelve a España, después de diez años exiliada en Buenos Aires junto a su marido Eusebio.
Al parecer, fueron años difíciles, pero por otro lado, se puede decir que conoció a grandes amigas y gracias a ellas y a su fuerza de voluntad, pudo trabajar durante los diez años de exilio. Primero como trabajadora en el registro civil de Buenos Aires; un trabajo que a ella no le gustaba, pero que lo hacía porque era a lo único a lo que podía agarrarse para sustentarse económicamente. Pero, más a delante, pudo dejar aquel trabajo que la llevaba por el camino de la amargura y consiguió gracias a sus estudios en Biblioteconomía trabajar como bibliotecaria en la Biblioteca Municipal de Buenos Aires. Este trabajo le apasionaba y daba conferencias sobre cómo contar cuentos, y también visitaba bibliotecas para contar cuentos a los niños.
El primer tomo del epistolario arranca con la desgarradora noticia del fallecimiento de Eusebio de Gorbea, su marido, que al parecer se ha quitado la vida en su residencia de Buenos Aires. Elena Fortún estaba en España de vuelta después de varios años de exilio, arreglando unos papeles para que Eusebio pudiese volver a España también, pero no llegó nunca a suceder, al menos con vida.
Termina con la estancia de Elena en New Jersey, en la casa de su hijo Luis y de su nuera Ana María. Una experiencia bastante desagradable pues, al parecer, su hijo está trastornado por lo ocurrido durante la guerra y se siente en parte culpable por la muerte de su padre, y su nuera no la quiere, la ignora.
El segundo tomo continúa con el viaje de vuelta a España, su mudanza a Barcelona, su reencuentro con viejas amistades de las que Encarna/Elena se sentirá un poco ajena tras el paso del tiempo y su enfermedad e ingreso en un hospital para intentar curarse de un cáncer. Son cartas con un fondo muy triste, pues la autora cada vez se encuentra peor física y emocionalmente, y los médicos no aciertan con lo que padece. Además, ella dice que quiere irse de este mundo para reunirse con Dios; un Dios que, si no llega a ser por la relación de amistad que tuvo con Inés Field, ella no lo habría acogido de ese modo.
Y es que Elena Fortún antes de su exilio hacia Argentina, no se consideraba una mujer religiosa, pues desde su infancia vivió en su entorno familiar una religión católica restrictiva, beata y hostil, y que por tanto, ella en cuanto pudo se desvinculó completamente de aquello. De todos modos, fue una mujer muy espiritual, pues siempre buscaba esa religión y filosofía de vida para comprender el sentido de ésta y a ella misma. Fue entonces, cuando conoció en esa amistad con Inés una espiritualidad, que no había vivido nunca y de la que se encontraba muy cercana.
Gracias a ella, conoció a otros autores que plantean en sus obras temas filosóficos como: Huxley, Hesse, Santayana, Carrel, Maritain... entre otros místicos y religiosos como Santa teresa de Jesús o San Juan de la Cruz.
Son dos libros únicos y especiales para quienes quieran conocer a la escritora de manera más personal y estén interesados en su biografía. Además, viene con dos prólogos bastante cargados de información valiosa escritos por Nuria Capdevila Argüelles, investigadora de Elena Fortún. Se puede decir también que, tienen un gran valor como documento histórico, pues refleja de alguna manera parte de la historia de nuestro siglo pasado; cómo era la sociedad española bajo el régimen franquista, la censura, la pobreza , la incultura y la ignorancia de las pobres gentes.
Antes de finalizar, me encantaría mostraros algunos fragmentos de sus cartas para que os hagáis una idea de cómo era la faceta más personal de Elena Fortún / Encarna. A pesar de haber sufrido en su vida algunos acontecimientos bastante trágicos, se puede ver parte de ese sentido del humor tan único que tenía, y esa ternura que emana en todo lo que escribe para los suyos, y para nosotros, sus lectores.
Fragmentos destacados del tomo 1: Sabes quién soy.
Carta: Madrid, 27 de febrero 1949.
Te mando un retratito que me ha hecho ayer un hombre que pasaba por la calle y se empeñó en que me riera...¡Qué pobre viejecita es tu amiga! Ese pelo revuelto es que me han hecho otra vez la permanente y como está muy corto no hay manera de aplastarlo. Creo que para toda la vida pareceré un erizo. Parece que el ser natural de mi pelo en cuanto se le riza es todo de punta y hacia arriba...Dice mi peluquero que ¡cuántas quisieran que se les pusiera así! ¡Mira tú qué pinta!
Carta: Madrid, 9 de marzo 1949.
Yo, que no tenía a nadie, tengo unas manitas amorosas que apretar entre las mías, y un hombro bondadoso donde echar mi frente y un talle honrado que rodear con mi brazo, y un alma blanca donde la mía se refleja sin sombras, como en un espejo al que nada se le puede ocultar...
Cartas de travesía de Argentina a EEUU, 22 de noviembre 1949.
Tengo la idea de que he sido muy mala...pero no quiero rectificar con las personas que conocen mis maldades. ¡Son mis testigos y tienen razón! Por eso no quiero volver a escribir a la gente de España. Una vez me dijiste de alguien que decía cosas de ti:"¿No es verdad? ¿No tienen razón? Entonces tengo que aceptarlo" Esta idea fue para mí un sentido nuevo de vida.
Toda la norma de mi vida es rectificar, ¡como si rectificando con palabras pudiéramos borrar los hechos!
Carta: Orange, New Jersey, 20 de marzo 1950
Desde chica he deseado ser un ser invisible, un fantasma o un duende, y ¡mira tú por donde me he convertido en eso! Cuando ella (se refiere a su nuera) entra en el living, recorre todo él con la mirada, y veo que sus ojos pasan por encima de mi cabeza, pues me quedo tan contenta.
Yo estaba demasiado engreída. Me creía que bastaba con hablar con alguien, ser buena para la gente, tratar de ser simpática...y que no tenían más remedio que quererme... y Dios me ha demostrado que no es así, con lo cual me siento mucho más humilde que antes.
Fragmentos destacados del tomo 2: Mujer doliente.
Carta: Barcelona, 5 de junio 1950
Todas las tardes desde las cinco, salgo o al cine o a la iglesia o a una exposición y , siempre, a merendar por ahí. A la vuelta ,con la ciudad de noche, siento la soledad como una losa. Me duele morirme lejos de ti que eres lo único que tengo en el mundo...pero me parece que la muerte me está pisando ya los talones...
Carta: Barcelona, 25 de junio 1950
Me preguntas dónde meriendo. Allí, me daban un platito con una bola de helado de chocolate, otra bola de helado de vainilla, crema de leche en medio de los dos y todo regado con un jarabe de caramelo. ¡Delicioso! Yo no puedo comprender que me haga daño... pero me hace.
Carta: Ortigosa del Monte, Segovia, 21 de agosto 1950
Por la carretera, un chico como de doce años aprendía a montar en bicicleta, igual que por esas misma carretera aprendía mi hijo a su edad...Sentí como si el tiempo no hubiera pasado. Pero no. Es que la vida continúa y otros hacen lo que hicimos, y ello nos debe alegrar.
Carta: Barcelona, 23 de octubre 1950
Sigo muy bien. No sé si tengo estómago. He averiguado que para ser feliz hay que ignorarse. No sé que tengo estómago y , naturalmente, es porque hace su función perfectamente. Cuando no pienso en el dinero es también porque tengo lo necesario...y cuando no me preocupaba si me querían o no, era...porque me querían mucho.
Carta: Barcelona 30 de octubre de 1950
También he ido al jardín de infantes. Delicioso. He visto a los ochenta chiquitines hacer viaje por las montañas( que eran bancos de jardín) cargados con un saco, que no era nada, y luego, empinados sobre las puntas de los pies, coger las nubes...
También he pasado largos ratos oyéndoles conversar entre ellos, esas cosas que es imposible que se le ocurra a un cerebro adulto.
Carta: Barcelona 14 de mayo 1951
Como leo todo el día, todo lo que leo y todo lo que pienso se arma un revoltijo en el sueño. Esta noche he soñado que un chino me decía que se había casado con Santa Teresa de Jesús. Yo, indignada, le preguntaba: "¿Y dónde se casó usted con ella?" " Pues en Madrid". Y yo entonces, triunfante, le contestaba:"¿Ve usted como no es verdad? ¿Cómo se va a casar usted con ella en Madrid , si vive en Ávila?"
Carta: Sanatorio Puig de Olena, Centellas, Barcelona, 6 de agosto 1951
La religión y el amor a Dios son una cosa tan íntima que aunque en líneas generales sea la misma para todos, no lo es, como no lo puede ser ninguna filosofía. Ahora necesito vivir en paz conmigo...
Y, antes de terminar, me gustaría añadir una pequeña reflexión de Nuria Capdevila Argüelles, investigadora de Elena Fortún y de otras muchas mujeres artistas tristemente e injustamente olvidadas por culpa del franquismo.
"Leemos para no estar solas, y yo creo que, es absolutamente fundamental conectar no solo con la vida pública, sino con la íntima y privada de las mujeres que nos han precedido". (Nuria Capdevila Argüelles)
Dejo aquí la entrevista entera.
https://www.rtve.es/play/audios/la-hora-azul/entrevista-capdevila-arguelles-fortun/5859783/
Referencias bibliográficas:
Fortún,E (2020) Sabes quién soy. Cartas a Inés Field. Editorial Renacimiento.
Fortún,E (2020) Mujer doliente. Cartas a Inés Field. Editorial Renacimiento.
Fortún,E.,&Ras, M (2015) El camino es nuestro. Colección obra fundamental. Banco Santander.
Dorao, M ( 1999)Los mil sueños de Elena Fortún. Alboroque Ediciones.
https://www.elenafortun.es/
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