"Las manos curtidas de tierra, sol y viento también saben"
¡Hola, lectores! Después de mucho tiempo, he decidido pasarme por aquí para escribir sobre una de las cosas lo que más me gustan: los libros😜. En esta ocasión vengo con la reseña de Feria, de la periodista manchega Ana Iris Simón, que he de confesar, que no conocía ni a la autora ni la existencia de este libro. ¡Y eso que ya va por la 16ª edición!
Gracias al canal de You Tube del Doctor en Historia Gonzalo Rodríguez García, El aullido del lobo, en el cual, se dedica a entrevistar a escritores, músicos, psicólogos e intelectuales, encontré la reseña y entrevista de Ana Iris, y al escucharle, me sentí un poco identificada con su manera de pensar sobre la vida: la familia, la vida rural, la costumbre, el trabajo, la sociedad en constante cambio, el legado de nuestros antepasados...
"Pensé que si lo que más me gustaba era escribir sobre la familia y la costumbre quizá es que lo que me gustaba no era escribir, sino la familia y la costumbre. " (Ana Iris Simón)
Y gracias a la lectura de su libro, además de convencerme de que mis anhelos no son tan extraños ni lejanos como los de la mayoría de la gente normal ( seguir una vocación, construir un hogar, una familia, formar comunidad...), me inspiró a la hora de preparar el regalo de Navidad para mi familia. Pues como buena cáncer que soy, no puedo evitar sentirme atraída e identificada con el pasado, así que decidí preparar una presentación musicada con diapositivas. El resultado fue bueno porque disfruté mucho realizándolo y esperando el momento de darles la sorpresa.
Volviendo al libro de Ana Iris, como me gustó e inspiró tanto y sigo escuchando a esta mujer periodista, pues me ha apetecido venir al blog a contaros qué me ha parecido y a destacar algunas de sus reflexiones con las que comparto plenamente la misma opinión.
Ana Iris Simón, la autora y coprotagonista de Feria
Pero, ¿de qué trata este libro?
Este libro es una especie de diario y ensayo sociológico de la vida actual en España, la de los jóvenes, en parte, así como también la España de su niñez, la de sus padres y abuelos con toda su esencia manchega y sencilla. Es por ello que podría decirse que se trata de un diario personal sobre la vida de la familia de la periodista; nos cuenta cómo fue su infancia y juventud con sus abuelos feriantes ( de ahí el título del libro) y toda su prole proveniente del Campo de Criptana (Ciudad Real).
Asimismo, en este libro encontramos referencias de la obra de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, así como también podemos aprender de la vida de antes, la de nuestros antepasados, que como mis abuelos paternos, vivieron en y del campo también en la tierra del Quijote.
Lo que me gustaría destacar de este libro son algunas de sus reflexiones sobre la vida de antes y la vida actual, o mejor dicho posmoderna. Y espero que tras vuestra visita por mi blog, os cale hondo y os animéis a seguir leyendo y escuchando a Ana Iris.
El índice del libro se compone de varios títulos y subtítulos, de los cuales, solamente destacaré los que para mí han sido más significativos. Allá vamos:
-El fin de la excepcionalidad
El libro comienza con esta frase: -"Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad."
Y continúa con lo siguiente:
-"Durante mi adolescencia y la primera juventud había desdeñado a los que se quedaban en Aranjuez porque menudos paletos, quedarse en un sitio tan pequeño y con tan poco que ofrecer. Pero la paleta y la que tenía que ofrecer era yo, y pequeñas mi alma y mis miras."
-"Igual me da envidia la vida que tenían mis padres con mi edad porque a veces, sin casa y sin hijos como consecuencia de no tener en el horizonte mucho más que incertidumbre, daría mi minúsculo reino, por una definición concisa, concreta y realista de eso que llaman progreso"
En este primer capítulo Ana Iris , cuando escribió este libro estaría en los 29 o 30 años, estaba esperando su primer hijo y reflexiona sobre cómo vivían sus padres a los 30 y cómo ha vivido ella hasta la fecha. Reconoce que ha tenido la oportunidad de estudiar, de acceder a estudios superiores y poder dedicarse al periodismo, cosa complicada en este país. Pero a la vez siente que quizá los ha vivido con incertidumbre debido a la precariedad de su profesión, y pensando que está sobrevalorado el denominado autodesarrollo personal.
Si bien es cierto que nuestros antepasados no tuvieron tantas posibilidades de viajar y estudiar fuera, ni dentro, ni posibilidad de acceder a unos estudios superiores y que muchos no tuvieron la opción ni de acabar el graduado escolar, así como tampoco existía el irse de Erasmus. No obstante, a la edad de 25 años, muchos contaban con un oficio ( muchos que a día de hoy ni existen), con casa, casados, e incluso con churumbel. En cambio, los jóvenes de ahora tenemos un amplio abanico de posibilidades a nuestro alcance, pero luego a la hora de la verdad, cuesta poder conseguirlo todo a la primera: un trabajo con un sueldo que te permita vivir, construir un hogar y una familia el día de mañana.
Vivimos en una sociedad individualista que nos ha metido en la cabeza que somos semidioses, que podemos alcanzar todos nuestros sueños y decidir quienes somos ( autodeterminación). Así como trabajar en aquello que nos apasiona, que tenemos que ser alguien en la vida, pero no tiene porqué ser siempre así. Muchas veces, por circunstancias de la vida (y del sistema) no puede ser y por tanto, cabe la posibilidad de poner en la balanza qué valoramos más en nuestras vidas: si vivir al límite y sentirnos especiales y únicos en comparación con los demás, o buscar la verdad, el bien, el orden, la belleza y la justicia (dentro de la inestable situación de este mundo líquido), y poder así tener más probabilidades de poder el día de mañana, (a poder ser antes de que los plutócratas y globalistas nos lo quiten todo)construir entre todos, con paciencia, esperanza y humildad, una sociedad mejor para todos, no para uno mismo o para unos pocos.
Yo quise estudiar para maestra de educación infantil por vocación, por amor a la infancia y porque sentí la llamada, y a día de hoy todavía no he podido desarrollar esa llamada, y no sé si podré algún día. No lo considero un capricho en absoluto. Nunca he pretendido hacerme rica, pero sí enriquecer mi alma con amor. Y por desgracia, a día de hoy, hay pocos oficios que te llenen tanto como aquellos que se dedican al cuidado de los demás.
Cambiando un poco de tercio, nuestros padres no es que lo tuvieran más fácil. Nunca he dicho eso. Lo que veo es que ahora hay demasiada competencia en un mundo cada vez más individualista, atrapado por la sociedad de consumo y la tecnocracia. Nuestros padres sin tantos estudios han conseguido mucho más que yo a los 25. Ellos tienen un trabajo estable (quizá no es el se sus sueños, pero es un trabajo digno y respetable que cumple una clara función de servicio público) y con un sueldo con el que me han podido ayudar y apoyar siempre; ellos no fueron a la universidad para poder tenerme a mí y a mi hermano, para que nosotros tuviéramos una buena vida, como la que todo padre quiere para sus hijos. Son ellos lo que pagaron lo necesario para que yo pudiera estudiar la carrera que quise y poder ejercer algún día como maestra de escuela, aunque hasta la fecha, no ha merecido mucho la pena a pesar de los esfuerzos de ambas partes.
Quizá tengamos que resetear nuestras cabezas y priorizar qué es lo realmente importante en nuestras vidas y lo que no. Aunque a veces cueste quitarse de la cabeza los sueños rotos del corazón. Pero, como dice la autora en un fragmento de su libro, "al final las cosas importantes son muy pocas". Quizá deberíamos plantearnos entre todos qué es lo realmente importante para una sociedad y para ello tendremos que cambiar nuestras prioridades individualistas y velar por el bien común.
Patria, estirpe y linaje
-La razón principal por la que quería tener hijos no era por ser madre yo, sino por hacerle a él abuelo y a mi abuelo bisabuelo. Por continuar con un linaje, por devolverle lo que me había dado, la vida y el amor.
Este fragmento del libro habla de sus ganas de ser madre y el motivo principal por el cual quiere darle a su padre nietos. A mí me pasa un poco igual. Desde que tengo uso de razón siempre he querido tener hijos. No me veo el día de mañana no siendo madre y si así llega a ser, he de confesar que me sentiría muy vacía. Hoy en día la gente joven pospone la edad de tener hijos porque, entre que hay mucha inestabilidad laboral y cada vez tanto hombres como mujeres buscamos la autorrealización personal, llega un punto en el cual hemos de escoger y yo a mis 25 años tengo claro que no quiero tardar más de diez años en ser madre, no quiero que me confundan con la abuela de mis hijos. Pero también soy consciente de mis circunstancias y ojalá que de aquí a unos cuantos años pueda ponerme a ello.
Desde mi punto de vista, las sociedades deberían impulsar la natalidad, fomentando que la gente joven se anime a construir un hogar y una familia. En cambio, lo que insinúa es que ya somos demasiadas personas en el mundo y que tener hijos es contraproducente para el cambio climático. Es dolorosísimo escuchar semejantes barbaridades en un país como el nuestro donde faltan niños y faltan jóvenes, donde cada vez hay más población envejecida, donde el telediario nos bombardea con noticias del tipo: "Los jóvenes cada vez retrasan más la paternidad y maternidad". ¡Por algún motivo será! Entre que algunos pretenden vivir en los mundos de yupi sintiéndose libres fornicando con unos y otros sin amor ni compromiso, el auge de las ideologías de género, y otros que no podemos porque no nos hemos emancipado, o porque no encontramos un trabajo con unas condiciones adecuadas para la procreación, así como la infantilización de la sociedad, al final no sé qué pasará con la institución de la familia ni con el mundo entero.
El amor
-Tendré que contarte que es de esa tierra naranja de donde venimos y tendré que explicarte lo que es un pueblo y te diré que el nuestro está atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento.
-Sabía que tendría que contarte que es de esa llanura parda e infinita de donde vienes, que es ese manto de esparto lo que eres (...) y que sintieras entonces que eres el heredero de una raza mítica, como de cuento popular. Y es que lo eres y por eso te quería antes de conocerte y por eso te traje al mundo. Por eso y no para quererte, aunque te quiera más que a mí.
Ana Iris cuando escribe el libro está embarazada de su primer hijo y en muchas ocasiones se dirige directamente a él haciendo referencia a la familia, a su pueblo, a las costumbres de sus gentes y al amor hacia todo ello. Cada vez las personas vivimos y nos movemos en la ciudad como pez en el agua y hemos perdido la conexión con lo esencial y con la naturaleza. Tampoco es culpa nuestra, es la vida que nos ha tocado vivir, la mayoría de trabajos se encuentran en las grandes ciudades y cada vez el trabajo en el campo es denostado y despreciado por los propios dirigentes de un país.
Confieso que me siento orgullosa de tener por parte de mis abuelos paternos un pueblo, si bien es cierto, que desde hace un tiempo, no hemos ido con la frecuencia que a mí me hubiese gustado. El ruido y el estrés de la ciudad cada vez me pesa más y me gusta menos.
Las obligaciones, los trabajos, los estudios y el auge del individualismo (el sistema en el que nos encontramos inmersos) impulsan la despoblación rural, aunque desde hace un tiempo se ha puesto de moda la vida bucólica en los pueblitos pintorescos de España, en el fondo no soluciona el problema que acarrea esto. Cada vez la vida en la ciudad se expande, el hombre moderno no vive tan conectado con el presente ni con lo esencial, dos cualidades que sí aporta la vida en el pueblo.
Un ejemplo claro de persona con los pies en la tierra es mi abuelo. He conocido pocos hombres tan serenos y sabios como él, "porque las manos curtidas de tierra, sol y viento también saben". Ahora mismo le veo cuidando y contemplando su huerto, cortando y degustando sus frutos y recogiéndolos para sus hijos y nietos... Y es que eso es la vida.
Quizá esté romantizando el mundo rural, porque vivo en la comodidad de la ciudad, pero recuerdo con mucho cariño lo bien que lo llegué a pasar de niña veraneando un par de días cada año en el pueblo de mis abuelos, yendo detrás de las lagartijas con un vaso para atraparlas, el despertador natural del gallo del vecino ( mi tía Almudena se reirá con esto), pasear por la noche viendo las estrellas de cerca, y ese olor a esparto tan característico del campo de La Mancha.
Quizá yo también tenga que contarle el día de mañana a mis hijos qué es un pueblo, aun así tengo la esperanza de que podrán llegar a vivirlo por ellos mismos.
La madre
-Mi abuela era hacia dentro, era silencio y quietud, dulzura y abnegación; mi abuela era entrega y discreción y a todas esas cosas es muy difícil escribirles porque es muy difícil acotarlas, todo lo envuelven y abarcan, todo lo arrullan y el todo no se puede ni ver ni escribir.
-Yo siempre la recordaré cachondeándose de todo lo que voceaba mi abuelo y riéndose después, contándome de los años en los que se quedó al cargo de ocho críos y una borrica porque él se fue a Alemania a trabajar, en los sesenta, y haciéndolo sin victimizarse ni engrandecer su gesta, casi con pudor, casi con vergüenza de reconocerse tan fuerte y tan capaz en sus propios recuerdos.
Tras la muerte de su abuela paterna, decidió escribir unas palabras en su memoria y en ellas, nos recuerda la fuerza de las mujeres de antaño. Conozco muchas chicas jóvenes que se creen precursoras del feminismo y de la lucha de las mujeres, pero para mí no son más que crías con afán de protagonismo. Las mujeres de antes, como nuestras abuelas y bisabuelas, fueron muy fuertes y echadas p´alante. Si bien es cierto que no pudieron, algunas, llegar a disfrutar del mismo derecho de algunos hombres a la hora de poder estudiar, trabajar y/o fuera del hogar, pero, parece que la fuerza de una mujer se demuestra solo de puertas para a fuera, pero no de puertas para dentro.
Todavía tenemos el prejuicio hacia algunas mujeres que deciden quedarse en casa cuidando de sus hijos, por ejemplo. Parece que está bien visto ir a trabajar a la oficina a los dos días de dar a luz porque nos han dicho que podemos con todo ("nos han empoderado"). Eso ya lo hacían las mujeres de antes, pero porque no tenían otra opción, y ahora, teniendo la posibilidad (aunque siempre hay excepciones), miramos mal a las mujeres que quieren tener más de dos hijos, a las que se sienten inclinadas por profesiones relacionadas con el cuidado y la entrega hacia los demás, o hacia carreras de letras como mujeres menos dignas que aquellas que han escogido una carrera científico-técnica o son grandes ejecutivas de una multinacional. Queremos que la mujer sea libre, pero a nuestra manera posmoderna, que no sea muy femenina porque ahora tiene que ser una mujer empoderada/muy masculina y narcisista.
Acabo este apartado diciendo que ahora se valora la masculinización de la mujer y la deconstrucción del hombre. Quizá porque no quieren que construyamos un proyecto común juntos, los hombres y las mujeres, porque no interesa que formemos una familia. Pues a mí, llamadme antigua, pero no me atrae el hombre blandengue, al igual que tampoco le gusta a Ana Iris, ni al Fari. Porque con tantas empoderadas y deconstruidos al final no llegamos ninguna parte.
La historia del gigante
-En los últimos tiempos, cada vez hay menos Quijotes. "La Mancha está llena de Sanchos, Sardinero. El mundo está lleno de Sanchos. Todos creen ser los más cuerdos, los más sensatos, los que más en sus cabales están. Lo que no saben es que, en su persecución del número, de lo conmensurable, de lo tangible, están cometiendo la insensatez de dejar de la lado la obcecación, lo invisible y la intuición.
-Quedan ya pocos Quijotes, pero es que realmente nunca hubo muchos y he aquí la contrariedad. Pero mientras la llama de su espíritu siga presente, iremos ganando la batalla.
Para terminar la entrada, quería hacer mención al último capítulo del libro en el cual nos muestra un fragmento de la novela de Miguel de Cervantes. Un fragmento, que a pesar de no haber leído aún el Quijote, sí que considero que tiene un gran significado que merece la pena comprender e interiorizar, sobre todo en estos tiempos que corren del éxito mal entendido, las relaciones líquidas, la precariedad laboral, la incertidumbre...
Parece que el mundo se te desmorona y te ves que estás en una época que no te pertenece ni hace justicia a tus valores ni a la forma de entender la vida. Quizá tú también te sientes extranjero en tu propio tiempo, quizá tú también has sido burlado por los cínicos de nuestro tiempo.
A don Quijote también le tomaron por loco, precisamente por perseguir unos ideales supuestamente pasados de moda. Pero nunca hay que perder la esperanza, ni la fuerza, ni las ganas de seguir hacia adelante, mirando de vez en cuando hacia atrás para seguir aprendiendo de nuestros antepasados, haciendo siempre el bien y buscando siempre la verdad de la vida. Porque la verdad es lo único que nos hace libres y no al revés, como nos hacen creer en la posmodernidad.
Muchas gracias por leer y por seguir ahí.
¡Hasta la próxima, lectores!
Bibliografía:
https://www.telva.com/cultura/2021/01/05/5ff394fd01a2f1825b8b45ba.html
Simón, A.I.(2020).Feria: Círculo de tiza
Enlace a la videoentrevista a Ana Iris Simón en el canal El aullido del lobo
https://www.youtube.com/watch?v=8Ie_TwHinHM