martes, 18 de marzo de 2025

¿Hemos de "trabajar" las emociones en educación infantil? Os comparto mi relfexión.

 Las emociones se viven, no se trabajan ni se aprenden. 

Hace un mes me llamaron de una guardería ( que no una escuela infantil) para cubrir una baja. Estuve muy poquito tiempo disfrutando de los niños de 2 años, pero fue una experiencia positiva porque aprendí mucho con ellos, aunque no tanto con las cuidadoras del centro. Puedo parecer soberbia, y sé que en ocasiones puedo pecar de ello, pero, en este caso, lo considero así. ¿Desde cuándo en una escuela infantil vamos con prisas para que acaben todo cuanto antes y no se permite llorar a los niños? Tal vez desde que vivimos en esta sociedad capitalista y consumista, en la cual vamos todos a la carrera y dejamos a nuestros bebés en cualquier lugar con tal de que me deje tiempo para autorrealizarme como mujer trabajadora. También hay otros que teniendo tiempo libre también los llevan pensando que así aprenderá cuanto antes a sentarse y callar, y, por supuesto, a aprender inglés, aunque se llame Pepe y viva en Huelva.  

Quizá influye que, a día de hoy, el coste de vida es realmente superior en comparación con otros años y ahora para mantener a una familia se necesita más de un sueldo, porque siendo mileuristas la mayoría, cuesta mucho llegar a fin de mes, sobre todo si cada vez nos bombardean más con multitud de actividades de ocio y objetos poco trascendentes, pero deseables.

Esto es un drama, y mientras que dejamos a nuestras criaturas a los 5 meses en una guardería para poder ir a trabajar, nuestros queridos políticos se dedican a robarnos delante de nuestras narices, a reírse de nosotros y a pasarse la patata caliente cuando no quieren asumir responsabilidades, y a no pensar en políticas reales sin tanta burocracia para permitir a las familias criar y disfrutar de sus hijos. 

Después de haberme desahogado aunque sea a través del blog, hoy quería contaros una pequeña experiencia y reflexión sobre las emociones y la infancia. Como sabréis, los que sois asiduos visitantes de librerías, centros comerciales o, sois padres o docentes, últimamente sale mucha porquería editorial con la finalidad de vender porque está de moda.

 La moda, o al menos, una de ellas, es el tema de las emociones y cada vez hay más libros infantiles relacionados con estas, incluso programas educativos para "trabajarlas", lo cual me parece aún más absurdo. ¿Desde cuándo la escuela permite que el consumismo mercantilista y las políticas de turno se incorporen en su quehacer educativo? Ingenua de mí cuando me metí a estudiar la carrera y las oposiciones.

 La vida es preciosa, pero el mundo está corrompido, y desde mi más humilde opinión, la educación lo que debe hacer es contribuir a paliar los males de este mundo, que hay unos cuantos. Por lo tanto, me parece ridículo que cada vez haya más personal docente y padres que se preocupen por nimiedades intrascendentes, y compren programas y libros como el Monstruo de los colores como otros.

He aquí un cuento infantil de hace unos cuantos años titulado Vaya rabieta de la editorial Corimbo, que me parece sencillo, directo, divertido, sorprendente y que les encanta a los niños, sin mencionar ni una sola emoción, tan solo mediante las ilustraciones hechas a lápiz y acuarela.

 


 

 Estando en la guardería lo leía una y otra vez antes de la hora del comedor y recuerdo sus caras y el silencio absoluto de expectación. No sé si se llegarán a acordarse de mí o de la historia, pero yo de ellos y de lo mucho que disfrutamos juntos leyendo esta maravilla sí. Porque, al fin de cuentas, un buen libro no es bueno por el contenido que trabaja, ya sean valores de cuidado hacia el medio ambiente, el feminismo tan de moda o,  las emociones, si no, la calidad de la ilustración, un texto cuidado y una historia que interese a los niños pequeños. Para ello hay que tener muy en cuenta su edad y el momento vital que están viviendo.

 Muchas veces los docentes y el mercado pretenden que los más pequeños aprendan siempre algo en cada una de las actividades o acciones que realizan, pero muchas de esas actividades, a veces son incluso más trascendentes para ellos y para la vida. Algunas de ellas, pueden pasar hasta desapercibidas porque forman parte de la vida cotidiana, pero no por ello son menos importantes.Ya sea jugar a disfrazarse, leer o echarle un ojo a algún cuento, bailar, mirar por la ventana, hablar con los amiguitos y darle un beso o un abrazo a un amigo que esté disgustado.



 Cuando mis hijos lean un cuento o se lo lea yo, quiero que disfruten de la lectura, que pasen un buen rato conmigo o a solas, me da igual,  y que encuentren otras formas más de adecuadas y cercanas a la esencia de ser niños, que es jugar y vivir su infancia como realmente ha de ser. Sin prisas, sin agobios, sin programas y sin juguetes y cuentos mercantilistas. Porque cada vez más les cuesta disfrutar de las pequeñas cosas, no quieren aburrirse, necesitan siempre acción y estimulación , y la culpa de esto la tiene quien le dejó por primera vez una pantalla, pero sobre todo, el mercado y la política que incorpora las pantallas y modas en las escuelas. No hay derecho y los que trabajamos para la infancia no podemos callar y hacer como si nada. Nos están robando la infancia. 








Bibliografía:

d´Allancé, M,.( 2001). Vaya rabieta:Corimbo

 







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